El pasado fin de semana se celebró el IV Triatlón de Benalmádena en modalidad sprint. Un evento organizado por el club de Triatlón de Benalmádena y no por una empresa externa. Como ellos mismos dicen, hecho por triatletas para triatletas. Y vaya si se notó en todos los aspectos de la prueba. Una organización ejemplar, en un marco fantástico y en lo que todo salió a pedir de boca.
Bueno, todo todo no. Hubo un fallo: yo. O más bien mi salud, que parece que ya se está convirtiendo en tónica habitual. ¿Que hay competición? Pues hay que ponerse malo.
Al igual que en la última media maratón, el día antes de la prueba empecé a encontrarme con mal cuerpo. Falta de apetito, estómago hinchando y malestar general. Una maravilla y la mejor forma de afrontar una carrera. Esta vez no era problema de un resfriado, si no un virus que estaba incubando. La misma tarde después de la carrera ya se hizo patente y de hecho el lunes me dejó metido en la cama.
Pero vamos a la carrera en sí, que es a lo que has venido, no a leer mis penas.
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Llegada y organización del box
Aunque la carrera comenzaba a las 10 de la mañana, ya sabéis que en el triatlón no vale con llegar con 5 minutos de antelación a la línea de salida. Hay una serie de procesos que necesitan calma y organización, y apareciendo por allí a las 9:30 llegaba con la hora pegada al culo.
El centro neurálgico era el puerto de Benalmádena (Puerto Marina). La organización había previsto un aparcamiento privado con tarifa especial para todos los participantes. Por un euro y mostrando el dorsal a la salida, teníamos aparcamiento durante todo el día. Te dije que esto estaba organizado por triatletas y ya se empieza a notar, ¿verdad?
Tras sacar todos los bártulos del coche, sólo necesitaba un paseo en bicicleta hasta llegar a la zona de boxes. A pesar de llegar bastante tarde tranquilizaba ver que no era el único (mal de muchos…) y éramos muchos los que íbamos montados en bicicleta cargando con una mochila «tamaño triatlón». Aún así, la zona de boxes ya estaba bastante llena. Tras enseñar la licencia y revisar que todo el material estuviese correctamente etiquetado con el dorsal (casco, bici, portadorsal), me hacían entrega del chip y me dirijo a mi espacio reservado para comenzar el desembarco.
Colocar zapatillas en los pedales con las gomas, las zapatillas de correr en la cesta, un gel con la gorra en la otra esquina, el casco con portadorsal y gafas encima del manillar… lo típico de la preparación del box en la que cada uno tiene sus trucos y su forma de hacer las cosas.
Tras dejarlo todo listo, con la mochila y el neopreno debajo del brazo voy trotando a buscar el guarda ropa para dejar las cosas e irme a la playa. Y voy trotando porque como voy tan «sobrado» de tiempo así voy cogiendo sensaciones, que falta me hacía.
Dejo la mochila en el guarda ropa y me preguntan si las zapatillas me las pensaba llevar a nadar… con las prisas ni me había acordado de ellas, por los pelos me veo con ellas en el agua. Menos mal que allí estaban más espabilados que yo.
Me enfundo el neopreno hasta la cintura y pitando a la zona de salida mientras me subo las mangas. Llego a la playa ya vestido de morcilla de Burgos y antes de que pueda meterme en el agua a calentar un poco dan el aviso de ir a la cámara de llamada. Así que mientras todos comienzan a salir del agua, yo entro corriendo para, por lo menos, saber a qué temperatura está.
Me remojo como un jubilado del IMSERSO y de nuevo a la orilla para escuchar el briefing inicial, donde sabiamente nos piden moderación en el sector ciclista pues había un punto que podía ser bastante peligroso si llegabas con exceso de ímpetu. De nada nos servía ahorrarnos 5 segundos allí y terminar desparramados por el suelo.
Natación
Tras el briefing nos dirigimos a la zona de salida. Me busco un sitio en la marabunta, ni primera línea ni última. Lo justo para no llevarme muchos palos en el agua. Y comienza la espera. 5 minutos, 10 minutos… la gente comienza a romper la formación y van a remojarse un poco al agua (es lo que tiene el neopreno «de cuello vuelto», que no se lleva bien con el verano). 15 minutos y seguimos a la espera. La Policía Local aún no había realizado todos los cortes necesarios para el desarrollo del sector ciclista, así que había que mantener un poco la calma.
Yo me uno al remojo generalizado y vuelta a mi posición. Tras esperar otro corto rato por fin se da la salida y comienza la prueba.
Los primeros metros son muy rápidos. El principio de la orilla apenas cubre y permite hacer corriendo el primer tramo. Adelanto a algunos que se han lanzado demasiado pronto al agua y ya voy pensando que esos mismos son los que me van a dar luego buenos palos cuando tengan que adelantarme.
Cuando el agua me supera ampliamente las rodillas, me lanzo yo también al agua y comienzo a progresar buscando la primera boya de giro. Me llevo algunos palos y yo reparto uno o dos, pero todo cariñosamente. La peor parte es cuando los brazos del de detrás se tropiezan con las piernas, que te impiden patalear. Pero es lo que tienen estas salidas multitudinarias. Voy cogiendo ritmo, aunque parece que hay algo de corriente y cuesta alcanzar el punto de giro.
La llegada a la boya es un embudo, así que opto por hacer el giro «estilo perrito» y voy buscando la segunda boya a escasos metros de la salida del agua por la zona del puerto.
Termino la natación en unos 13 minutos y comenzamos a correr en fila hacia boxes, donde me quito el neopreno sin mucho problema, dejándolo bien recogido en la cesta para evitar sanciones. Gafas, casco y a correr hacia la línea de montaje.
Ciclismo
Al llevar las zapatillas en las calas, monto de un salto y comienzo a pedalear mientras voy metiendo los pies dentro. No hay ningún grupo numeroso al que unirse, lo que me permite calzarme con más tranquilidad sin tener que pedalear con los pies sobre las zapatillas.
La parte de ciclismo comprendían 4 vueltas a un circuito cuyo aspecto más diferenciador era una cuesta de casi un kilómetro con una buena pendiente constante.
Que había que subirla y luego bajarla sin terminar por los suelos, ya que al finalizar la cuesta debíamos hacer un giro en una rotonda con un hilo de agua y precedida de un badén. El paraíso ciclista. Pero como he dicho anteriormente, dirección de carrera nos había pedido moderación en ese punto y había varios voluntarios indicando el punto conflictivo, así que creo que todos nos tomamos el giro con calma y no hubo que lamentar ninguna caída.
El camino hasta esa subida tampoco era totalmente llano, teniendo pequeños repechitos que lejos de ser duros lo único que hacían era que no hubiese forma de conseguir un ritmo constante.
Tras la primera vuelta al circuito sabía que no iba fino y que las molestias del día anterior comenzaban a hacerse notar. De hecho la natación, que es lo que peor llevo, terminó convirtiéndose en mi mejor sector (y es que claramente fui de más a menos).
Me costaba subir y sabía que la potencia no era ni parecido a lo que podía dar. Sobre todo pensando en la táctica de carrera que había preparado: hacer una natación tranquila, intentar un buen sector de bici y en la carrera a pie ya dar lo que quedara. Pero estaba muy lejos de mi potencia crítica, como puedes ver en la gráfica del día de la prueba.
Tampoco conseguí encontrar un grupo al que poder acoplarme. En llano intentaba agruparme, pero en cuanto llegaba la cuesta perdía mucha distancia que recuperaba en la bajada. Pero en cuanto había el más ligero repecho volvía a perder rueda. Viendo que aquello no marchaba, me limité a dar mis cuatro vueltas sin mayor complicación.
Y 37 minutos después estaba de vuelta en la zona de transición buscando las zapatillas para iniciar la carrera a pie.
Carrera a pie
El recorrido que debíamos hacer era bastante bonito, al tener que recorrer todo Puerto Marina. Mucho público (que simplemente estaban paseando) y dos vueltas donde la única pega es que había un tramo con cinco escalones que me sentaron como un tiro en el pie.
Empecé la carrera bien. Tras hacer el avituallamiento empecé a un ritmo cómodo de 4:30-4:40. Parecía que corriendo no me iba a ir tan mal como en la bici, pero rápidamente me llevé el golpe de realidad y a pesar del gel, la reserva de energía se vació por completo en un instante. Estaba por encima de 5:00 min/km y, tras el primer tramo de escaleras que intenté subir de dos en dos, el bíceps femoral de la pierna izquierda ya me dio un aviso. Que no estaba para fiestas, decía, y se intentó montar.
Con ese panorama, simplemente a disfrutar del paisaje. Completé la primera vuelta sin pena ni gloria pero disfrutando del ambiente y de las vistas.
El ritmo seguía siendo muy trotón, pero entre el aviso muscular y que no había gasolina, simplemente había que terminar y punto.
En la segunda vuelta las escaleras me las tomé con más calma. Esta vez no hubo aviso de ningún tipo y continué con mi segundo recorrido al puerto. Cada vez perdía más tiempo con respecto al objetivo, aunque eso no hacía que quisiera aumentar el ritmo. Sabía que ese día el cuerpo no acompañaba.
A escasos 100 metros de llegar a meta intenté, de forma instintiva, apretar un poco el ritmo (no se si por aquello de parecer rápido en la «photo finish»). Error de novato, porque como ya estaba avisado muscularmente no era el mejor día y se me montaron ambos bíceps femorales, teniendo que parar a estirar. Y es que un tirón es lo que faltaba para completar un gran día.
Finalmente terminé la carrera a pie a una media de 5:11 min/km y el total de la prueba en 1:23:07
Post carrera
Tras cruzar la línea de meta se encontraba la zona de avituallamiento final. Fruta, bebida, masajes, ducha… Una gozada. Aproveché a pedir un masaje en los dos bíceps femorales para descargar, aunque lo más probable es que los problemas musculares no fuesen por sobrecarga si no por una mezcla del malestar general que arrastraba y algo de deshidratación del calor que hizo ese día.
Terminé por tanto el primer triatlón de la temporada con malas sensaciones físicas. Pero visto en perspectiva y teniendo en cuenta el virus que estaba incubando no fue un resultado tan malo. Analizando tiempos es evidente que no salió como yo pensaba, pues al final mi mejor sector fue la natación, que tenía intención de que fuese la parte más tranquila.
El sector de ciclismo, que es donde quería construir la base de la carrera, tampoco fue bueno. Primero porque era incapaz de aguantar la potencia que acostumbro en entrenamientos y segundo porque las cuestas y los cortes de ritmo no me favorecen. Me encuentro más cómodo es largas rectas donde me puedo acoplar y mantener buena velocidad de crucero como si fuese una locomotora, pero los circuitos virados y con cambios de ritmo me cuestan más trabajo, sobre todo en la aceleración después de cada giro y frenada.
El segmento de la carrera a pie ni lo contemplo; simplemente me dejé llevar, y cuando ya tuve el primer aviso de tirón aún más. Cuando me quise exigir un poco más en los metros finales fue cuando se me montaron ambos bíceps femorales para darme ya la estocada final.
De todas formas el resultado es lo de menos, esta carrera simplemente la tomaba como referencia del triatlón olímpico de este domingo. Que no es que vaya a ganarlo, por supuesto, pero a todos nos gusta clasificar cuanto más adelantado mejor, ¿verdad?
Ya he recuperado bien y he hecho unos buenos entrenamientos desde esta competición (sobre todo en la bici), así que espero que esta vez todo vaya bien el día clave y pueda dar el 100%. Porque en las últimas dos pruebas he estado tocado y ya tengo ganas de hacer una buena carrera.
El plan para el olímpico será el mismo: natación cómoda sin forzar, apretar en las bajadas y rectas en el segmento de ciclismo controlando potencia en la larga subida de 11km y 5% de pendiente media y llegar a la carrera a pie con buenas sensaciones para empezar a correr cómodo a un ritmo de 4:45, y comenzar a construir a partir de ahí según las sensaciones. El objetivo será rondar 2:30-2:35.
¡Gracias por leer!
Muy buena crónica! Cuando se acaba la gasolina… Poco más se puede hacer que acabar dignamente tratando de perder el menor tiempo posible. Ya no disfrutas y, como bien dices, te dejas llevar» hasta la meta. Esa falta de energía sumada a lo que estabas incubando te pasaron factura. Aún así, me quito el sombrero por tu perseverancia y positivismo. Saludos…
Gracias Daniel. A ver si este domingo rindo mejor.